Si quieres llegar rápido, camina solo. Pero si lo que quieres es llegar lejos, hazlo acompañado
Como pieza inaugural, quisiera compartirles un comentario que hice hace algún tiempo para la revista AEI (http://www.saei.org/revistas-aei) Avances en Enfermedades Infecciosas. En ella, comentaba algunos aspectos claves relativos al análisis de biomarcadores biológicos como herramientas de predicción en la investigación en Ciencias de la Salud. En estos tiempos de #COVID19, necesitados como estamos de alguna bala mágica que nos ayude a mitigar los efectos de la acuciante pandemia, ya en su tercera ola nacional y mundial en el momento de escribir estas líneas, se me ha ocurrido, que saber comparar biomarcadores, sea cual fuere el tipo, de manera que el resultado cuente con aval estadístico, podía serles de interés.
Bien, el enfoque es práctico. Desde mi punto de vista, y por la experiencia de revisar y escribir algún que otro artículo, me centraré en comentar qué es exactamente lo que solemos hacer para medir y comparar estos biomarcadores, y qué deberíamos hacer según dicta el método ;).
Qué solemos hacer
Una pequeña pincelada teórica: ¿qué es un biomarcador?. La teoría dice que un biomarcador es una característica o cambio fisiológico,
celular, bioquímico o morfológico cuantificable y evaluable a nivel molecular que actúa como indicador de un proceso biológico
normal o patológico, o como respuesta a una intervención terapéutica. Todos tenemos integrado por ejemplo qué significan los niveles
séricos de leucocitos por encima de un determinado dintel. Pues bien, recientemente, el estudio de diferentes biomarcadores,
como indicadores de riesgo, diagnóstico o pronóstico está cobrando relevancia con especial énfasis en el área de las enfermedades
infecciosas, fundamentalmente debido a la posibilidad que nos ofrecen de conocer de forma precoz y poco invasiva la predisposición
a desarrollar un determinado síndrome o la presencia de una patología determinada. Existe gran cantidad de de literatura en
este sentido, sobre todo comparando la utilidad, y de forma más concreta, la capacidad o potencia diagnóstica o pronóstica de
varios de ellos entre si. El paso siguiente es evaluar la “calidad” de estos biomarcadores, es decir, su validez, calculando sensibilidad,
especificidad y valores predictivos. Adicionalmente, y como medida global de la exactitud de la prueba, se pueden construir curvas
ROC para comparar de forma cuantititativa ambos biomarcadores y calcular el ABC para cada uno de ellos. Aquel que ofrezca un
área mayor (idealmente superior al 85%), será considerado el de mayor utilidad y por ende más recomendable (más allá de consideraciones
monetarias de cuál determinación es más o menos rentable). En otras palabras, con la diferencia observada entre ambos,
meramente numérica, estaremos asumiendo que tenemos elementos de juicio para rechazar la hipótesis nula y aceptar sin reparos
la hipótesis alternativa (ambos son diferentes), y además, que uno es mejor que otro… Con las implicaciones que ello puede tener.
Qué deberíamos hacer
Las curvas ROC se utilizaron por primera vez en Medicina en el campo del radiodiagnóstico y en 1981 para evaluar pruebas de laboratorio.
En 1985, Carson et al. (JAMA 1985; 253: 665-669) la emplearon por primera vez el análisis cuantitativo en un estudio de
comparación de cuatro técnicas analíticas para la determinación de fosfatasa ácida prostática en casos de sospecha de cáncer de
próstata. Y en 1988, Elizabeth DeLong publicó su test DeLong (Biometrics 1988; 44:837-45), una prueba de correlación no paramétrica
para comparar las ABC de diferentes curvas ROC. Por ir resumiendo, en el caso que nos ocupa y que hemos comentado en la primera
parte de este artículo, al comparar la validez de dos (o más) biomarcadores mediante la construcción de curvas ROC, no debemos
quedarnos en la simple comparación numérica y visual de sus ABC (por muy llamativas que nos parezcan). Deberíamos evaluar esta
diferencia (a fin de cuentas hacer el contraste de hipótesis) mediante un test estadístico adecuado que avale los resultados de esa
comparación. Y para ello contamos con el test DeLong. Es accesible, robusto y sencillo de realizar con diversos paquetes de software.
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