Epidemiología de las enfermedades vacunables y los tipos de vacunas

La vacunación es una de las actuaciones más importantes en Salud Pública y un puntal fundamental en la prevención de enfermedades infecciosas.

Los beneficios de la vacunación están fuera de toda duda. Gracias a ella se evitan millones de muertes en niños y este beneficio se extiende ya a población adulta desde hace años protegiéndolos de enfermedades como la gripe, la meningitis, la neumonía o de ciertos tipos de cáncer en la edad adulta.

Por ejemplo, la polio. Los casos provocados por poliovirus salvaje han disminuido en más de un 99%, de los 350 000 estimados en 1988 a los 33 notificados en 2018. Se han evitado más de 16 millones de casos de parálisis como resultado de los esfuerzos mundiales por erradicar la enfermedad.

La reducción de la mortalidad por enfermedades vacunables ha sido clara con el paso de los años.

https://ourworldindata.org/vaccine-preventable-diseases

En España, esta vigilancia la realiza la Red Española de Vigilancia epidemiológica (RENAVE). Aquí os dejo el último estudio de seroprevalencia , del año pasado 2020.

Para muestra un botón, el sarampión. Datos de dicho informe, donde claramente vemos la relación entre el aumento de la vacunación y la disminución de la incidencia de casos.

Por el momento en España, el % de cobertura vacunal es alto. Y digo por el momento porque aún no sabemos cómo impactará el movimiento antivacunas en este hecho.

Son múltiples los microorganismos para los que contamos con vacunas efectivas

Seguimos.

La vacunación consiste en la inducción y producción de una respuesta inmunitaria específica protectora. Es decir, estamos produciendo una respuesta similar a la inmunidad natural, pero sin que se produzca ninguna manifestación ni síntoma de enfermedad.

Por lo general, las vacunas están formadas por antígenos inmunizantes capaces de generar la producción de anticuerpos pero NO de la enfermedad.

Su mecanismo de acción se basa en la respuesta del sistema imunológico a cualquier agente extraño al organismo (o antígeno) y en la memoria inmunológica.

Hay dos conceptos importantes en lo relativo a las vacunas:

Inmunogenicidad: propiedad de las vacunas para inducir una respuesta inmunitaria detectable, es decir, cuantificable y suficiente para ofrecer protección contra la enfermedad frente a la que nos hemos vacunado

Reactogenicidad: Se refiere a la seguridad de las vacunas y se mide en función de las reacciones adversas locales o sistémicas que podrían presentarse en el individuo vacunado tras la administración.

Hablemos un poco de la clasificación de las vacunas:

Microbiológicamente tendremos varios según el tipo de antígeno. Así tendremos bacterianas, como la de la tos ferina. Fiebre tifoidea, cólera, etc; víricas, como la de la varicela, fiebre amarilla, polio, paperas, rotavirus, etc; o polisacáridas, como meningococo o neumococo.
En el esquema adjunto, extraído de https://www.nature.com/articles/s41577-020-00479-7.pdf se observan a día de hoy qué tipos existen según la tecnología empleada y año de introducción.

Según el tipo de ‘fabricación’ podremos tener vacunas.

-Atenuadas: son microorganismos vivos con capacidad antigénica pero que han perdido su virulencia como resultado de sembrar repetidamente en medios de cultivo. Su inmunogenicidad suele ser larga e intensa ya que inducen inmunidad humoral y celular. Así que por lo común, suelen requerir dosis bajas de antígeno. Aspecto a tener en cuenta: dado que contienen una pequeña cantidad de un virus vivo debilitado, personas inmunosuprimidas o con enfermedades crónicas deben consultar antes de vacunarse. Además no podemos descartar la posibilidad de trasmisión a no vacunados.

-Inactivadas: estas vacunas se obtienen a partir de microorganismos muertos, mediante procedimientos físico/químicos.

Aquí podremos tener las que están compuestas por el patógeno completo: basadas en polisacáridos, como los purificados (neumococo, meningococo) o conjugados, como las de Haemophilus influenzae tipo b, neumococo, meningococo; o las basadas en alguna fracción del microorganismo : basadas en proteínas, como toxoides o subunidades. En general, la respuesta es menos intensa y duradera, de tipo humoral y suelen requerir varias dosis para mantener niveles de ACs. Ahora bien, son más estables, suelen llevar adyuvantes (facilita y potencia la respuesta) y no es posible la trasmisión a no vacunados.

-Recombinantes: se confeccionan mediante clonación de genes que codifican proteínas antigénicas específicas en una célula del huésped. En lo relativo a inmunogenicidad y reactogenicidad son similares a las inactivadas.

-Sintéticas: se fabrican a partir de péptidos que copian la secuencia de aminoácidos de la proteína antigénica del patógeno. Igual que en las recombinantes, la inmunogenicidad y reactogenicidad son similares a las inactivadas.

Según la composición, las vacunas las podremos clasificar como:

-Monovalentes: contienen un solo componente antigénico

-Polivalentes: contienen distintos tipos de antígeno de una misma especie.

Un ejemplo reciente es la recién autorizada por la FDA REVNAR 20 ™, la vacuna conjugada antineumocócica 20-valente de Pfizer, para la prevención de la enfermedad invasiva y la neumonía causada por los 20 serotipos neumococo en adultos.

https://www.pfizer.com/news/press-release/press-release-detail/us-fda-approves-prevnar-20tm-pfizers-pneumococcal-20-valent

-Combinadas: aquellas que contienen más de un componente antigénico de uno o de diferentes microorganismos y se administran conjuntamente en una sola inyección. Su formulación requiere garantizar la ausencia de inestabilidad física, química o biológica entre sus componentes.

Según el uso sanitario que les demos, podremos clasificar a las vacunas como:

-Sistemáticas: Son aquellas que tienen interés epidemiológico comunitario y que se administran al total de la población. Se administran en la infancia y forman parte del calendario vacunal de los países. Famoso es el caso de la vacuna oral de la polio que ha permitida la práctica erradicación de esta enfermedad.

-No sistemáticas: son vacunas con interés más individual que colectivo y que están indicadas en función de los factores de riesgo personales de cada persona o ante la aparición de brotes epidémicos.

La vacuna COVID19 aún está por posicionarse y no tenemos certezas definitivas sobre si será necesaria una administración únicamente debido a que la protección que ofrezca se rebele finalmente como permanente o si habrá que vacunarse dentro de un tiempo. Este punto está aún por dilucidar.

Lo que tenemos claro es que hay que ponerla, salvo contraindicación, con la pauta completa y de forma masiva y rápida. Incluso en pacientes inmunodeprimidos.

Esto es todo por hoy. Espero les sirva


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